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jueves, 20 de marzo de 2014

“¿Qué será la señal de tu presencia?” (CONTINUACIÓN)




Continuación:

“Pero en aquellos días, después de aquella tribulación, el sol se oscurecerá, y la luna no dará su luz, y las estrellas estarán cayendo del cielo, y los poderes que están en los cielos serán sacudidos. Y entonces verán al Hijo del hombre viniendo en las nubes con gran poder y gloria. Y entonces él enviará los ángeles y reunirá a sus escogidos desde los cuatro vientos, desde el extremo de la tierra hasta el extremo del cielo.” Marcos 13:24-27
  El Hijo del hombre, Jesucristo resucitado, no vino de esta manera espectacular después de la destrucción del sistema judío en 70 E.C. Las tribus de la Tierra tampoco lo reconocieron, como indica Mateo 24:30, ni los ángeles reunieron a todos los ungidos cristianos de la Tierra. Entonces, ¿cuándo habría de cumplirse esta otra parte de la asombrosa profecía de Jesús? ¿Está cumpliéndose en los sucesos que ocurren ahora mismo a nuestro alrededor, o, más bien, da una comprensión espiritual de lo que debemos esperar en el futuro cercano? La respuesta debería interesarnos, porque Lucas recoge el siguiente consejo de Jesús: “Al comenzar a suceder estas cosas, levántense erguidos y alcen la cabeza, porque su liberación se acerca”. (Lucas 21:28.)


“Dinos: ¿cuándo serán estas cosas?”

“Nuevas cosas anuncio. Antes que empiecen a brotar, hago que ustedes las oigan.” (ISAÍAS 42:9.)

LA ENSEÑANZA divina dimana de IEVE Dios, “Aquel que declara desde el principio el final”. (Isaías 46:10.) Como se vio en el artículo anterior, los apóstoles buscaron esa enseñanza al preguntar a Jesús: “Dinos: ¿Cuándo serán estas cosas, y qué será la señal cuando todas estas cosas estén destinadas a alcanzar una conclusión?”. (Marcos 13:4.)

  En contestación, Jesús describió una “señal” compuesta de diversos sucesos que demostrarían la proximidad del fin del sistema judío. Dicha señal se cumplió en la destrucción de Jerusalén del año 70 E.C. Pero la profecía de Jesús tendría un cumplimiento mucho mayor en un futuro. Una vez que “los tiempos señalados de las naciones” finalizaran, se manifestaría una señal a gran escala que demostraría que el presente sistema impío terminaría pronto en una “gran tribulación”. (Lucas 21:24.). Este cumplimiento moderno fue tipificado por lo que sucedió del año 33 al año 70 E.C.
  Después que Lucas menciona los tiempos señalados de las naciones, los relatos paralelos de Mateo, Marcos y Lucas enumeran otra serie de hechos, entre ellos una “señal” suplementaria de la señal compuesta ‘de la conclusión del sistema de cosas’. (Mateo 24:3.) Mateo dice: “Inmediatamente después de la tribulación de aquellos días el sol será oscurecido, y la luna no dará su luz, y las estrellas caerán del cielo, y los poderes de los cielos serán sacudidos. Y entonces aparecerá en el cielo la señal del Hijo del hombre, y entonces todas las tribus de la tierra se golpearán en lamento, y verán al Hijo del hombre viniendo sobre las nubes del cielo con poder y gran gloria. Y él enviará sus ángeles con un gran sonido de trompeta, y ellos reunirán a los escogidos de él desde los cuatro vientos, desde un extremo de los cielos hasta su otro extremo”. (Mateo 24:29-31.)

Tribulación y fenómenos celestes
  ¿Cuándo se cumplirían estas palabras? Los tres evangelios mencionan lo que pudiéramos denominar fenómenos celestes: el Sol y la Luna se oscurecen y las estrellas caen del cielo. Jesús dijo que estos fenómenos ocurrirían inmediatamente después de “la tribulación”. ¿Estaba Jesús pensando en la tribulación que culminó en 70 E.C., o hablaba de la gran tribulación que vendrá en nuestros tiempos? (Mateo 24:29; Marcos 13:24.)
 “La ‘tribulación grande’ como la cual no ocurrirá una de nuevo todavía está en el futuro, porque significa la destrucción del imperio mundial de la religión falsa (incluso la cristiandad) seguida por la ‘guerra del gran día de Dios el Todopoderoso’ en el Armagedón”.
   Pero Mateo 24:29 dice que los fenómenos celestes ocurrirían “inmediatamente después de la tribulación”.
  Jesús profetizó el ‘oscurecimiento del sol y de la luna y la caída de las estrellas’ ante cuatro de sus apóstoles. Siendo judíos, reconocerían aquel lenguaje como propio de las Escrituras Hebreas, donde en Sofonías 1:15, por ejemplo, se llama al tiempo del juicio divino “día de tempestad y de desolación, día de oscuridad y de tenebrosidad, día de nubes y de densas tinieblas”. Otros profetas hebreos también dijeron que el Sol se oscurecería, la Luna dejaría de brillar y las estrellas se apagarían. Este lenguaje lo encontramos en los mensajes divinos contra Babilonia, Edom, Egipto y el reino septentrional de Israel. (Isaías 13:9, 10; 34:4, 5; Jeremías 4:28; Ezequiel 32:2, 6-8; Amós 5:20; 8:2, 9.)

  Puede que las palabras de Jesús recordaran a Pedro y los otros tres apóstoles la profecía de Joel, recogida en Joel 2:28-31 y 3:15: “Derramaré mi espíritu sobre toda clase de carne, y sus hijos y sus hijas ciertamente profetizarán. [...] Daré portentos presagiosos en los cielos y en la tierra, sangre y fuego y columnas de humo. El sol mismo será convertido en oscuridad, y la luna en sangre, antes de la venida del día de Jehová, grande e inspirador de temor”. “El sol y la luna mismos ciertamente se oscurecerán, y las estrellas mismas realmente retirarán su resplandor.”
   En Hechos 2:1-4 y 14-21 leemos que Dios derramó espíritu santo sobre 120 discípulos, tanto hombres como mujeres, en el Pentecostés de 33 E.C. El apóstol Pedro dio a conocer que se había realizado la profecía de Joel. ¿Y qué podemos decir de las palabras de Joel de que ‘el sol se tornaría en oscuridad y la luna en sangre y las estrellas retirarían su resplandor’? No hay indicios de que haya ocurrido algo así en 33 E.C. ni en el período de la conclusión del sistema de cosas judío, que se extendió por más de treinta años.
   Por lo visto, la última parte de la predicción de Joel estaba más ligada a “la venida del día de IEVE, grande e inspirador de temor”. La tribulación que le sobrevino a Jerusalén en 70 E.C. “Ciertamente ése fue un ‘día de IEVE’ con referencia a Jerusalén y sus hijos. Y con relación a ese día hubo bastante ‘sangre y fuego y neblina de humo’, el Sol no aclara[ba] la oscuridad de la ciudad de día, y la Luna sug[ería] sangre derramada, no luz de Luna pacífica, plateada, de noche”.
  Sí, los fenómenos celestes que predijo Joel, así como las profecías que ya hemos mencionado, se cumplirían cuando IEVE ejecutara su sentencia. En vez de abarcar todo el período de la conclusión del sistema judío, el oscurecimiento del Sol, la Luna y las estrellas aconteció cuando las fuerzas ejecutoras marcharon contra Jerusalén. Lógicamente, podemos esperar un cumplimiento mayor de esta parte de la profecía de Joel cuando Dios dé comienzo a la ejecución del sistema actual.

¿Qué tribulación ocurrirá antes de los fenómenos celestes?

   El cumplimiento de la profecía de Joel, en armonía con otras profecías que emplean expresiones semejantes, nos ayuda a comprender el significado de Mateo 24:29. Evidentemente, lo que Jesús dijo concerniente a ‘la oscuridad del sol y la luna y la caída de las estrellas’ no se refiere a sucesos que ocurrirían durante  muchas décadas anteriores a la conclusión del presente sistema, tales como lanzamientos espaciales, alunizajes, etc. No; él aludió a sucesos relacionados con “el día de IEVE, grande e inspirador de temor”, es decir, la destrucción que ha de venir.
  Esto nos permite entender mejor cómo es que los fenómenos celestes ocurrirían “inmediatamente después de la tribulación”. Jesús no se estaba refiriendo a la tribulación que culminó en 70 E.C. Más bien, aludía al comienzo de la gran tribulación que le sobrevendrá al sistema mundial en el futuro, con la cual finalizará su prometida “presencia”. (Mateo 24:3.) Dicha tribulación no ha llegado aún.
   ¿Qué puede decirse de las palabras de Marcos 13:24: “Pero en aquellos días, después de aquella tribulación, el sol se oscurecerá, y la luna no dará su luz”? Las palabras “aquellos” y “aquella” son formas del pronombre demostrativo griego e·keí·nos, que indica algo distante en el tiempo. Puede usarse para señalar un suceso que pertenece al pasado distante (o mencionado anteriormente), o algo que sucederá en el futuro lejano. (Mateo 3:1; 7:22; 10:19; 24:38; Marcos 13:11, 17, 32; 14:25; Lucas 10:12; 2 Tesalonicenses 1:10.) Así, cuando Marcos 13:24 habla de “aquella tribulación”, no se refiere a la que trajeron los romanos, sino a la acción poderosa de IEVE que marcará el fin del presente sistema.
   Los capítulos 17 a 19 de Apocalipsis-Revelación armonizan con Mateo 24:29-31, Marcos 13:24-27 y Lucas 21:25-28, y confirman la explicación expuesta de estos últimos. ¿De qué manera? Los Evangelios muestran que esta tribulación no comenzará y terminará de una vez. Después del inicio de la tribulación, todavía habrá humanos desobedientes vivos que verán “la señal del Hijo del hombre”, se lamentarán y, como dice Lucas 21:26, ‘desmayarán por el temor y la expectación de las cosas que vienen sobre la tierra habitada’. Se sobrecogerán de terror al ver “la señal” que presagia su inminente destrucción.
   Según la Revelación, el ataque de los “cuernos” militarizados de la “bestia salvaje” internacional contra “la gran ramera”, Babilonia la Grande, marcará el comienzo de la venidera gran tribulación. (Revelación 17:1, 10-16.) No obstante, quedarán con vida muchas personas, pues los reyes, los comerciantes y los capitanes de barco, entre otros, lamentarán el fin de la religión falsa. Sin duda, muchos se percatarán de que su juicio se ha acercado. (Revelación 18:9-19.)

¿Qué falta por venir?
  Los pasajes de los evangelios de Mateo, Marcos y Lucas, junto con los capítulos 17 a 19 de Apocalipsis-Revelación, arrojan considerable luz sobre lo que ocurrirá en breve. Al tiempo señalado de Dios, la gran tribulación comenzará con el ataque en contra del imperio mundial de la religión falsa (Babilonia la Grande). Este será particularmente intenso contra la cristiandad, que corresponde a la infiel Jerusalén. “Inmediatamente después” de esta etapa de la tribulación “habrá señales en el sol y en la luna y en las estrellas, y sobre la tierra angustia de naciones [sin precedente]”. (Mateo 24:29; Lucas 21:25.)
   ¿En qué sentido ‘se oscurecerá el sol, la luna no dará su luz, las estrellas caerán y los poderes de los cielos serán sacudidos’? Al principio de la gran tribulación, muchas lumbreras —los clérigos prominentes del mundo religioso— serán desenmascaradas y eliminadas por “los diez cuernos” mencionados en Revelación 17:16. Sin duda los poderes políticos también serán sacudidos. ¿Pudieran producirse asimismo sucesos aterradores en los cielos físicos? Es muy probable que así sea, y serán aún más impresionantes que los ocurridos al finalizar el sistema judío, acerca de los cuales escribió Josefo. Sabemos que en el pasado Dios usó su poder para causar cataclismos de esa clase, y puede volver a hacer lo mismo. (Éxodo 10:21-23; Josué 10:12-14; Jueces 5:20; Lucas 23:44, 45.)
   Al llegar a este punto, los tres evangelistas utilizan tó·te (entonces) para introducir lo que sigue. “Entonces aparecerá en el cielo la señal del Hijo del hombre.” (Mateo 24:30; Marcos 13:26; Lucas 21:27.) La cual todas las naciones se verán forzadas a reconocer. Cuando Jesús venga con las nubes de la invisibilidad, todos sus opositores humanos tendrán que reconocer dicha ‘venida’ (griego er·kjó·me·non) debido a la demostración sobrenatural de su poder real. (Revelación 1:7.)
   Mateo 24:30 emplea otra vez la palabra tó·te para introducir lo que sigue. Entonces las naciones se golpearán y se lamentarán al presentir las consecuencias de la situación en que se encuentran, quizás dándose cuenta de que su destrucción es inminente. ¡Qué distinta será la reacción de los siervos de Dios, pues podremos alzar nuestras cabezas, sabiendo que nuestra liberación se acerca! (Lucas 21:28.) Revelación 19:1-6 también muestra que los verdaderos adoradores en el cielo y en la Tierra se regocijarán por el fin de la gran ramera.
   La profecía de Jesús continúa diciendo, según Marcos 13:27: “Entonces [tó·te] él enviará los ángeles y reunirá a sus escogidos desde los cuatro vientos, desde el extremo de la tierra hasta el extremo del cielo”. Jesús ahora se concentra en los “escogidos” aún vivos en la Tierra. En la etapa inicial de la conclusión del sistema de cosas se juntó a estos discípulos ungidos de Jesús en unidad teocrática. No obstante, según la secuencia utilizada, Marcos 13:27 y Mateo 24:31 hacen referencia a algo más. “Con un gran sonido de trompeta” se recogerá de todos los cabos de la Tierra a los “escogidos” que queden. ¿Cómo se les juntará? IEVE los ‘sellará’ y los identificará claramente como parte de “los llamados y escogidos y fieles”. Y a su debido tiempo, a los que tengan asignación en los cielos los reunirá en el cielo para que sean reyes y sacerdotes. Esto será causa de inmensa alegría para ellos y para sus fieles compañeros compuesta igualmente de personas marcadas para que ‘salgan de la gran tribulación’ y disfruten de bendiciones en una tierra paradisíaca. (Mateo 24:22; Revelación 7:3, 4, 9-17; 17:14; 20:6; Ezequiel 9:4, 6.)

   La respuesta de Jesús a la petición de sus apóstoles “Dinos” traspasó los límites de su comprensión. Sin embargo, se alegraron de ver el primer cumplimiento de esta profecía en el transcurso de su vida. Nuestro examen de la respuesta de Jesús se ha concentrado en la parte de la profecía que se cumplirá en el futuro próximo. (Mateo 24:29-31; Marcos 13:24-27; Lucas 21:25-28.) Ya podemos ver que nuestra liberación se avecina. Podemos esperar con anhelo el comienzo de la gran tribulación; entonces se verá la señal del Hijo del hombre y entonces se recogerá a los escogidos de Dios. Por último, en calidad de Ejecutor nombrado por IEVE, nuestro Rey-guerrero, Jesús entronizado, ‘completará su victoria’ en Armagedón. (Revelación 6:2.) El día de IEVE, cuando ejecute venganza, será el grandioso final de la conclusión del sistema de cosas.
   Continúe beneficiándose de la enseñanza divina para que pueda responder al cumplimiento futuro de las palabras de Jesús: “Al comenzar a suceder estas cosas, levántense erguidos y alcen la cabeza, porque su liberación se acerca”. (Lucas 21:28.)  ¡Qué espléndido futuro aguarda a todos los escogidos cuando DIOS santifique su sagrado nombre!