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lunes, 1 de febrero de 2010

1º CAPACIDAD DE PENSAR (definición bíblica)

El término hebreo mezim•máh se usa para designar la capacidad de pensar, es decir, la capacidad de dar consideración seria y juiciosa a un asunto con conocimiento de causa (Pr 5:2; 8:12); los ardides, estratagemas e ideas insensatas de hombres inicuos (Sl 10:2, 4; 21:11; 37:7; 139:19, 20; Pr 12:2; 24:8; Jer 11:15), o las “ideas” que IEVE Dios o que su “corazón” se propone realizar. (Job 42:2; Jer 23:20; 30:24; 51:11.)
Uno de los objetivos de los proverbios es dar al joven y al inexperto conocimiento y capacidad de pensar. (Pr 1:1-4.) La información que se halla en los proverbios es una ayuda valiosa para orientar el pensamiento y la vida de la persona. La capacidad de pensar es el DON de libertad de decisión, con ella podemos sopesar las cosas y tomar una decisión consecuente, por otro lado ella nos puede salvaguardar de seguir un proceder incorrecto y de asociarse con quienes pueden ejercer una influencia hacia el mal, ó por el contrario nos puede ayudar a asociarnos con aquellas personas que ejerzan una influencia sana pues ayuda a discernir el resultado final de un proceder. Todo ello resulta en bendición. La sabiduría y la capacidad de pensar protegen a la persona de actividades que conducen a calamidad ó de la manipulación psicológica y así resultan ser vida para el alma (la persona misma). Tal persona disfruta de seguridad y no tiene por qué temer que le alcance la justicia divina por haber llegado a ser culpable de una mala acción. (Pr 3:21-25.)
Sin embargo, aquel que verdaderamente ejerce la capacidad de pensar también puede llegar a ser objeto de odio. Es posible que esta sea la idea expresada en Proverbios 14:17: “El hombre de capacidades de pensar es odiado”. A menudo las personas que no son reflexivas ven con desaprobación a quienes utilizan sus facultades mentales. Además, los que ocupan sus facultades mentales en hacer la voluntad de Dios pueden esperar que se les odie. Jesús dijo a este respecto: “Porque ustedes no son parte del mundo, sino que yo los he escogido del mundo, a causa de esto el mundo los odia”. (Jn 15:19.) Por supuesto, el término utilizado en el lenguaje original para “capacidades de pensar” en Proverbios 14:17 puede implicar también pensamiento maligno. Por lo tanto, otro significado de ese texto pudiera ser que se odia al hombre que trama el mal, y así es como lo vierten muchas traducciones: “El hombre de inicuas intrigas será odiado” (DK, Mod; véase BAS, BJ, MK y otras).

MENTE
Facultad del cerebro que permite reunir información, razonar y extraer conclusiones. El término “mente” traduce varias palabras griegas afines que expresan cualidades de la mente, tales como juicio, percepción, inteligencia, raciocinio, pensamiento, intención, recuerdo, estado mental, opinión, inclinación y actitud. A veces, donde algunas versiones traducen “mente”, otras emplean los términos descriptivos o específicos ya mencionados. En las Escrituras Hebreas algunas versiones traducen por “mente” las palabras hebreas que propiamente significan “corazón”, “alma” y “espíritu”. (Compárese con Dt 4:39, nota; Da 5:21, Val; Pr 23:7, Val, 1989; Eze 20:32, DK; Mod;)
‘Sean hechos nuevos en la fuerza que impulsa su mente.’ La inclinación natural de la mente del hombre imperfecto tiende al pensar incorrecto. La Biblia denomina esta inclinación “mente carnal” (Val) o “disposición de ánimo carnal” (NM). (Col 2:18.) A los cristianos se les recuerda que antes eran enemigos de Dios porque ocupaban sus mentes en obras que eran inicuas. (Col 1:21.)
La mente del hombre “físico” (literalmente, “animal [de índole de alma]”), distinto del hombre “espiritual”, tiende hacia lo material. La fuerza que impulsa su mente es el resultado en parte de la herencia y en parte de lo que se le ha enseñado y lo que ha experimentado. Cuando se le presenta una cuestión, esta fuerza presiona o impulsa su mente en una dirección materialista o carnal. Por lo tanto, a los cristianos se les dice que “deben ser hechos nuevos en la fuerza [espíritu] que impulsa su mente”. (Ef 4:23.) Esta fuerza impulsora puede transformarse con una consideración de la Palabra de verdad de Dios y mediante la actuación de Su espíritu, de manera que la actitud mental dominante de la persona se incline en la dirección correcta. Entonces, ante una determinada cuestión, esta fuerza inclinará a la mente al debido proceder espiritual. (1Co 2:13-15.) Tal persona adquiere “la mente de Cristo”, cuya inclinación mental siempre fue espiritual. (1Co 2:16; Ro 15:5.)
El simple conocimiento o facultad intelectual no es suficiente para que alguien disfrute del favor divino. Estas cosas por sí mismas no rehacen la mente para que alguien haga la voluntad de Dios. (Ro 12:2.) IEVE dice: “Haré perecer la sabiduría de los sabios, y echaré a un lado la inteligencia de los intelectuales”. (1Co 1:19.) Se requiere la ayuda del espíritu de Dios para conseguir entendimiento (Pr 4:5-7; 1Co 2:11), sabiduría y buen sentido verdaderos. (Ef 1:8, 9.)
La ‘ley de la mente’. El apóstol Pablo llama ley de la mente a la que controla el funcionamiento de esta mente renovada en armonía con la “ley de Dios”, en la que se deleita la nueva mente. Pero la “ley del pecado”, que actúa en la carne caída, lucha contra la ‘ley de la mente’, de manera que hay un conflicto constante dentro del cristiano. ¿Puede salir victorioso? Sí, “¡gracias a Dios mediante Jesucristo nuestro Señor!”. La bondad inmerecida de Dios concede el perdón por los pecados de la carne sobre la base del sacrificio de rescate de Cristo y además proporciona la ayuda del espíritu santo. La situación del cristiano es diferente de la de aquellos que no lo son, como lo resume Pablo: “Así pues, con mi mente yo mismo soy esclavo a la ley de Dios, pero con mi carne a la ley del pecado”. (Ro 7:21-25; Gál 5:16, 17.)
¿Cómo puede la mente salir victoriosa de esta batalla? El apóstol Pablo lo aclara aún más con las siguientes palabras: “Los que están en conformidad con la carne fijan la mente en las cosas de la carne; pero los que están en conformidad con el espíritu, en las cosas del espíritu. Porque el tener la mente puesta en la carne significa muerte, pero el tener la mente puesta en el espíritu significa vida y paz; porque el tener la mente puesta en la carne significa enemistad con Dios, porque esta no está sujeta [la carne caída, imperfecta] a la ley de Dios, ni, de hecho, lo puede estar [...]. Por eso, si el espíritu del que levantó a Jesús de entre los muertos mora en ustedes, el que levantó a Cristo Jesús de entre los muertos vivificará también sus cuerpos mortales mediante Su espíritu que reside en ustedes”. (Ro 8:5-11.)
La “intención” del espíritu. En romanos 8:26, 27, Pablo explica que quizás en algunas ocasiones los siervos de Dios no sepan exactamente qué pedir en oración como necesitan hacerlo. Pero Dios sabe que desean que se cumpla Su voluntad, y sabe también lo que sus siervos necesitan. En el pasado Dios hizo que se registraran en su Palabra muchas oraciones inspiradas que expresaban su voluntad o su interés en ellos. De modo que Él acepta estas oraciones inspiradas como si fueran lo que las personas que luchan en contra de la inclinación carnal debieran desear y pedir en oración, y la contesta. Dios conoce a los de corazón recto ó que están desarrollando una inclinación mental conforme a su espíritu y también conoce el significado de las cosas que hizo que su espíritu hablara mediante los escritores de la Biblia. Sabe cuál es “la intención [mente, pensamiento] del espíritu” cuando el espíritu “aboga” o intercede de este modo por ellos.
Amar con la mente. IEVE predijo que haría un nuevo pacto bajo el cual el espíritu santo obraría para escribir Sus leyes en la mente y corazón de Su pueblo. (Heb 8:10; 10:16.) De esta manera pueden cumplir aquello de lo que pende toda la Ley y los profetas, a saber, ‘amar a IEVE su Dios con todo su corazón y con toda su alma y con toda su mente, y a su prójimo como a sí mismo’. (Mt 22:37-40; Lu 10:27, 28.) Se debe amar a Dios con todo el corazón (los deseos, sentimientos y emociones de la personalidad interior), con toda el alma (la vida y todo el ser) y con toda la mente (las facultades intelectuales). Esta última frase significa que los siervos de Dios no solo deben amar con sentimientos, emociones y fuerza, sino que también deben emplear su mente de forma concienzuda para llegar a conocer profundamente a Dios y Cristo (Jn 17:3), conseguir entendimiento (Mr 12:33; Ef 3:18), servir a Dios y sus propósitos, y participar en declarar las buenas nuevas (mensaje de la nueva esperanza ó las implicaciones del nuevo Pacto). Se les aconseja que “mantengan la mente fija en las cosas de arriba” (Col 3:2), que “fortifiquen su mente para actividad” y “mantengan completamente su juicio”. (1Pe 1:13.) El apóstol Pedro vio la importancia de ‘despertar sus facultades de raciocinio claro’ para tener presentes las cosas aprendidas. (2Pe 3:1, 2.) Asimismo, deben ‘tener muy presente la venida del día de IEVE’. (2Pe 3:11, 12.)
Cuando habló de los dones milagrosos del espíritu que actuaron en la congregación cristiana primitiva, Pablo destacó la necesidad de utilizar la mente. Dijo que en el caso de que orase en una lengua que no pudiera traducir, su mente sería infructífera. Además, si cantara alabanzas así, ¿cómo ayudaría al oyente que no entendiese la lengua? Por consiguiente, dijo que prefería hablar cinco palabras con su mente, con el fin de instruir a otros, que diez mil en una lengua; después estimuló a sus hermanos para que llegaran a estar plenamente desarrollados en facultades de entendimiento. (1Co 14:13-20.)
A los cristianos genuinos de IEVE se les manda que estén “aptamente unidos en la misma mente y en la misma forma de pensar”. (1Co 1:10; Flp 2:2; 1Pe 3:8.) Por supuesto, esto significa unidad en lo relacionado con los intereses de la adoración pura, las cosas importantes, no en gustos personales o en asuntos de menor importancia, que se resolverán en el momento en que se adquiera la madurez. (Ro 14:2-6, 17.) Tienen que ser “de la misma mente en el Señor” (Flp 4:2); no deben disputar, sino continuar “pensando de acuerdo”. (2Co 13:11.)
Los cristianos genuinos tienen que esforzarse por conocer mejor a Dios en todo aquello en lo que Él se ha pronunciado. (Ro 11:33, 34; 16:25, 26.) También deben tener la actitud mental de obediencia y humildad de Jesucristo; de este modo tendrán “la mente de Cristo”. (1Co 2:15, 16.) Pedro aconseja: “Puesto que Cristo sufrió en la carne, ustedes también ármense de la misma disposición mental”. (1Pe 4:1.)
Una mente embotada o corrupta. En el monte Sinaí, los israelitas tenían sus facultades mentales embotadas debido a que no habían vuelto sus corazones completamente a IEVE; y lo mismo ocurrió con aquellos que se mantuvieron bajo la Ley después de que Dios la abolió por medio de Jesús. (2Co 3:13, 14.) No reconocieron que Jesús era aquel a quien señalaba la Ley. (Col 2:17.) En cuanto a los hombres que no aprobaron en su mente el llegar a conocer a Dios, sino que adoraron las cosas creadas, “Dios los entregó a un estado mental desaprobado”, quedando mentalmente en oscuridad y haciendo todo tipo de cosas inútiles e impropias. (Ro 1:28; Ef 4:17, 18.) Los hombres de mente corrupta resistieron este hecho incluso en el tiempo de Moisés, y más tarde tales hombres lucharon contra el cristianismo verdadero, algunos hasta alegaron que eran cristianos, pero intentaron dividir y perturbar las congregaciones. (2Ti 3:8; Flp 3:18, 19; 1Ti 6:4, 5.) Esa clase de personas tienen las mentes y conciencias contaminadas y nada es limpio para ellas; por lo tanto, hablan sin provecho en su intento de embaucar las mentes de los cristianos verdaderos y esclavizarlos a opiniones humanas. (Tit 1:10-16.) Por esta razón, es esencial que todos los cristianos, en particular los que han llegado a conocer a Dios por su mayor entendimiento, sean de juicio sano. (Ro 12:3; 1Ti 3:2; Tit 2:6; 1Pe 4:7.)
El “dios de este sistema de cosas”, el Diablo, ciega las mentes de los incrédulos a la iluminación de las buenas nuevas acerca del Cristo. (2Co 4:4.) Por lo tanto, existe el peligro de que este archienemigo de Dios pueda seducir a los cristianos con su astucia y corromper sus mentes “de la sinceridad y castidad que se deben al Cristo”. (2Co 11:3.) Por este motivo, es necesario que los cristianos demuestren unidad de mente, sean razonables y sigan orando para que la paz de Dios “que supera a todo pensamiento” guarde sus facultades mentales por medio de Cristo Jesús. (Flp 4:2, 5-7.)
Curar y abrir la mente. Jesús devolvió el juicio a un endemoniado, lo que mostró su poder para hacerlo incluso en el caso de las personas a las que los demonios habían enloquecido. (Mr 5:15; Lu 8:35.)
Jesús también puede abrir las mentes de los que tienen fe para que capten el significado de las Escrituras. (Lu 24:45.) Las personas tímidas o las que se sienten inferiores intelectualmente pueden obtener consuelo de las palabras del apóstol Juan: “Sabemos que el Hijo de Dios ha venido, y nos ha dado capacidad intelectual para que podamos llegar a conocer al verdadero Dios. (1Jn 5:20.)
Pablo mostró a la congregación corintia que tenía juicio sano, aunque pareciera que ‘había perdido el juicio’ cuando se jactaba de sus credenciales como apóstol, algo que un cristiano normalmente no haría. Les aclaró que se vio obligado a hacerlo para que se volviesen a Dios y no fueran desviados. Esto se debía a que habían acudido a apóstoles falsos que los estaban apartando del buen camino. (2Co 5:13; 11:16-21; 12:11, 12, 19-21; 13:10.) lo mismo ocurre hoy.
El siguiente tema va más allá, se hace un examen de la capacidad mental en las circunstancias que rodearon el árbol de la vida y el árbol del bien y del mal con relación a Adán y Eva, es un tema que vino a coalición al presentarse unas cuestiones por medio de un foro, el cual expongo para su entendimiento.
Las preguntas que se presentaron fueron las siguientes.
¿Si Adán era perfecto por que pecó?
¿Por qué no fue destruido Adán y así nos hubiéramos librado del sufrimiento?
En El próximo apunte analizaremos esta cuestión.
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